Agradecé, agradecé y seguí agradeciendo cada cosa que tengas, que puedas, que funcione y que hayas logrado. Hay evidencias de que cuanto más agradecida es una persona más feliz se siente.

Las personas sufrimos no solo por lo que pasa en sí mismo, sino por la distancia que hay entre la realidad y nuestras expectativas. Por eso es que aprender a ajustar nuestras expectativas resulta una herramientas fundamental para afrontar mejor la realidad.

El disfrute es una conquista interior que depende de estar realmente consciente y atento a lo que estás viviendo en ese momento y no tanto de cuanto tengas, a pesar de lo que solemos creer.

Comparate de una manera justa, solo con vos mismo, con el que eras antes. Analizá en qué medida vas mejorando TU vida y la persona que sos. Cualquier comparación con otra persona es injusta e inútil.

No esperes a tener ganas para hacer eso que sabés es bueno para vos. Activate sin ganas y vencé la pereza. Porque las ganas van a llegar, pero después de que te actives y no antes, como estás esperando que suceda.

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¿Sentís que otra/s personas no te dan la consideración que vos tenés por ellos? ¿A menudo sentís que dás más de lo que recibís? Si es así, el problema es la falta de reciprocidad en tus vínculos.

¿Cuidás tus vínculos? ¿Sos amable con las personas con las que tratás? ¿Das una mano cuando la necesitan? ¿Sabías que numerosos estudios afirman, con contundencia, que buena parte de nuestra calidad de vida depende de que tan buena sea nuestra red de apoyo?

Tal vez lo que tengas que proponerte no sea sentirte más seguro o segura antes de avanzar sino el aprender a convivir con esa inseguridad y tolerarla. Dejar de anhelar la preciada seguridad y entender que ella llegará luego de que hayamos aprendido a avanzar inseguros. La seguridad llegará una vez que nos desarrollemos en eso que hoy nos da miedo.

Cortá con esos pensamientos que no te sirven